martes, 5 de marzo de 2019

340. El Evangelio del Amor


1 de Juan 1:9 “Si confesamos nuestros pecados el es fiel y justo, porque remitió nuestros pecados, y nos limpió de toda maldad”

Dios nos hizo herederos de la maldad de Adán, por esto pecamos, pero, el mismo Dios remitió los pecados de la humanidad al cuerpo de Su Hijo, en el Getsemaní, quien los llevo a la cruz; y así Él es fiel y justo, porque nos limpió de toda iniquidad. Y todos los que aceptan como verdad esta realidad tienen acceso a la salvación, al Espíritu Divino.

1 Juan 1:10 “Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a El mentiroso y Su Palabra no está en nosotros”

Los pecados son parte del pasado y del presente de los que han aceptado la historia de Jesús, como la expresión de la misericordia de Dios a ellos. Por un lado, el pecado de Adán fue contra la fe, pero cuando fue dada la ley en el Sinaí, todos cayeron en los pecados regulares. Para que alguien sea salvo por la fe, debe reconocerse culpable de los pecados regulares

1 de Juan 2:1 “Hijitos míos, les escribo esto para que no pequen, y si alguien peca tenemos un consolador ante el Padre, a Jesús, el Mesías, el Justo”

Jesús, cuando satanás pidió a Dios para zarandear a Pedro, oro al Padre para que la fe de Pedro en El no falle, y aunque el negó que conoce a Jesús, o sea peco, pero una vez que peco, Jesús le miro con una inmensa misericordia, y despertó en el apóstol la fe. Entonces, lo que Dios quiere es que la fe de los humanos no falle, aunque rompan la ley, como Pedro.

1 de Juan 2:2 “Y Él es la propiciación de nuestros pecados, y no solo de nuestros pecados, sino de todo el mundo”

El propiciatorio era la tapa de oro que cubría el arca del pacto y simbolizaba a Jesús sacrificado, que hizo posible que el hombre sea unido a Dios, habiendo sido separado de Dios por el pecado de Adán. O sea, estando lejos de la vida y del amor, debía morir, pero gracias al sacrificio de Jesús fue unido a Dios, a la vida y al amor

1 de Juan 2:3:” Y en esto sabemos que le hemos llegado a conocer, si guardamos sus mandamientos”

Los mandamientos de Jesús a sus discípulos son dos; el amarse unos a otros como El los amo, y la fe, estos son los mandamientos del nuevo pacto. Por otro lado, los diez mandamientos son como las paredes de una cárcel, que mantiene encerrados a aquellos a quienes será revelada la historia de Jesús, es decir la fe.

1 de Juan 2:4 “El que dice Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos es mentiroso y la verdad no está en el”

Conocer en las cartas de Juan es parecido a la relación de una esposa con su esposo amante, o sea que la respuesta del creyente al amor de Jesús derramado en la cruz es la obediencia a sus dos mandamientos, uno, el amar a los demás como El amo a sus discípulos, y dos, el vivir de la historia de Jesús, es decir, vivir de la fe.

1 de Juan 2:5 “Pero el que guarda Su palabra, en el verdaderamente se ha perfeccionado el amor de Dios. En esto sabemos que estamos en El”

El que guarda Su palabra es el que acoge en sus pensamientos, las palabras que Dios ha puesto en su mente, y estas palabras son el relato de las obras y enseñanzas de Jesús, de esta manera, Dios ha completado Su amor en el creyente. Así termina la separación de Dios, de una persona.

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