En
las escrituras, satanás es el acusador de los que tienen en sus pensamientos la
historia de Jesús en la cruz, ante el tribunal universal, porque ve sus
debilidades y caídas; pero Dios cargo en Su Hijo los pecados pasados y futuros
del mundo. En otras palabras, el Padre limpio a los creyentes de sus pecados.
Romanos 8:34 ¿Quién es el que nos
juzgara y condenara? Porque el Mesías murió, aun mas, resucito, además está a
la diestra de Dios, hablando a nuestro favor”
Jesús
dijo: el que tiene fe en Mi no será
juzgado, y ha pasado de muerte e vida. Es decir, los que retienen en sus
pensamientos el relato de Jesús en la cruz no tienen quien los condene, porque
en Jesús crucificado se hizo el juicio condenatorio de ellos. Más bien, ahora, Jesús
habla a favor de los de la fe.
Romanos 8:35 ¿Qué nos puede separar
del amor del Mesías? ¿Las tribulaciones,
las calamidades, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la
espada?
Dios
es espíritu, o sea, no se Le puede ver, Dios es amor; entonces, el Amor es un
Ser que se expresa en misericordia, en compasión, en afectos. Por otro lado, la
fe en la historia de Jesús, nos une a Él, a Su misericordia, a Su bondad, a Su
Espiritu. Y nada ni nadie puede romper la unión de fe.
Romanos 8:36 “Como está escrito: Por
Tu causa hemos llegado a estar muertos cada el día, considerados ovejas
sacrificadas”
El
que tiene en sus pensamientos la historia de Jesús crucificado está en el
camino mental de la fe. Y empieza, al entender que Jesús murió como cabeza de
la humanidad creyente. En otras palabras, todo creyente murió en Jesús, por
esto este escrito: Cada día somos tomados como ovejas sacrificadas.
Romanos 8:37 “Sin embargo, en todo
somos más que vencedores, por medio del que nos amó”
En
los creyentes ocurren confrontaciones entre los pensamientos naturales que
nacen del mal que heredo de Adán, y los pensamientos de la historia de Jesús en
la cruz, generados por el Espíritu Santo. Siempre vencen los pensamientos del Espíritu,
gracias a que Jesús los venció durante toda Su vida.
Romanos 8:38, 39 “Estoy persuadido
que ni la muerte, o la vida, ni ángeles, principados, o poderes, ni lo
presente, o lo porvenir, ni lo alto, lo profundo, o lo creado, u alguna otra
cosa podrán separarnos del amor de Dios que es en Jesús, el Mesías “
El
apóstol fue lleno del amor de Dios desde su visión en el camino a Damasco, y al
sufrir persecuciones, cárcel, azotes, durante su misión, era llenado del amor
de Dios para sus enemigos; de esta manera fue convencido de que el amor divino
le colma, en toda su vida, al que cree en el relato de Jesús en la cruz.
Romanos 9:1-2 “Digo la verdad en el Mesías,
no miento; y el Espíritu Santo me da testimonio en mis percepciones, de que
tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón”
El
Espíritu Santo le aseguro a Pablo que la tristeza y dolor que le causaban el
rechazo de los judíos a la salvación, nacida del amor de Dios, y derramado en Jesús
en la cruz, eran genuinos. En otras palabras, el apóstol no sufrió porque los
judíos le rechazaron a él, sino al amor del Padre dado en Jesús.