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de Juan 2:12 “Les escribo a ustedes, hijos, porque sus pecados, les han sido
remitidos, por medio del nombre de El”
1 de Juan 2:12 “Os escribo a
vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han sido perdonados por su
nombre”
El
apóstol escribió esta carta porque fueron remitidos los pecados de sus
lectores, ya que aceptaron la historia de Jesús en el Getsemaní. Otro punto, es
que los pecados no son perdonados, sino que fueron remitidos por el Padre a Jesús,
y El los llevo en su cuerpo a la cruz, por esto no es necesaria la confesión,
sino la fe. (El verbo griego “afiemi” es remitir, no es perdonar)
1
Juan 2:13 “Les escribo a ustedes padres, porque conocen al que es desde el
principio, les escribo a ustedes jóvenes, porque han vencido al malo, les
escribo a ustedes niños, porque conocen al Padre”
1 de Juan 2:13 “Os escribo a
vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a
vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros,
hijitos, porque habéis conocido al Padre”
Conocer
al Padre y vencer al maligno se complementan, y ambos nacen al aceptar la
historia de Jesús, porque El freno todo pecado, y completo su misión siendo inmaculado,
Jesús acepto cargar los pecados de la humanidad en su cuerpo; y al morir, nos
mató a la ley. Así en Jesús, la justicia y el amor del Padre cobijan al
creyente.
1 de Juan 2:14 Les escribo a ustedes,
padres, porque han conocido al que existe desde el principio, les escribo a
ustedes jóvenes porque son fuertes, porque la palabra de Dios mora en ustedes,
y han subyugado al maligno”
Para
el apóstol, la fe es retener la historia de Jesús en los pensamientos, y el
fruto es la victoria sobre el maligno; porque el pecado, antes de convertirse
en palabras o hechos, es pensamientos; en otras palabras, la victoria sobre el
mal es cuando los pensamientos del mal son desplazados por pensamientos de la
historia de Jesús.
1 de Juan 2:15 “No amen al mundo, ni
a las cosas que están en el mundo, si alguien ama al mundo, el amor del Padre
no está en el”
Dios
es amor, y Dios, o sea Su amor es derramado por la misericordia, compasión,
tolerancia, bondad de Jesús, especialmente en la cruz, y por los que han
aceptado la historia de Jesús; por esto se ama a las personas, y no a las cosas
del mundo, o a la forma como este está organizado.
1 de Juan 2:16 “Porque todo lo que
hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la arrogancia
de la vida no son del Padre, sino que son del mundo”
Los
que valoran la historia de Jesús son objeto de la misericordia, compasión,
bondad, tolerancia del Padre, para que sean canales de Su amor a los que les
rodean. Por otro lado, los de la fe son objeto del ataque del príncipe de este
mundo que intenta bloquear al amor divino, con deseos descontrolados en ellos.
1 de Juan 2:17 “El mundo pasa y
también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para
siempre”
El
mundo es transitorio, se pueden ver sus cambios en ciudades y campos, así mismo
las pasiones y placeres son de corta duración, en otras palabras, el presente
es muy corto, pero el que obedece a Dios, los mandamientos del amor y la fe,
aunque muera, vivirá para siempre.
El
apóstol, al igual que muchos creyentes, a través de los siglos, anhelaban la
visita de Jesús, para resucitar a los creyentes que dormían, y transformar a
los de la fe que estuvieran vivos, por esto pensaba, que como habían aparecido
varios diciendo que eran ungidos para dar la última revelación del Eterno, ya
era el fin.
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