1 de Juan 1:3 “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros, y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo”
El
propósito del testimonio de los testigos que Jesús escogió, los apóstoles, es
para que, al oírlo, o al leerlo los que lo oigan, o lean sean unidos al Padre y
a Jesús su Hijo. Es decir, prestar atención a la historia de Jesús y aceptarla
une al creyente con la Divinidad, o sea, termina con la separación de Dios que
empezó con la caída de Adán.
1
Juan 1:4 “Y esto les escribimos a ustedes, para que nuestro gozo sea completo”
1 Juan 1:4 “Estas cosas os
escribimos, para que nuestro gozo sea cumplido”
Entonces,
Juan escribió su evangelio, sus tres cartas, y el apocalipsis con el gozo que
le dio compartir la salvación con los que escuchen su lectura, o los lean. En
los escritos de Juan, y en los de los otros testigos de Jesús esta la historia
de Jesús, y el que la recibe es cubierto de Su conducta, y queda unido al Padre
y Su hijo.
1
Juan 1:5 “Y este es el mensaje que hemos oído fluyendo de Él, y les anunciamos
a ustedes: Que Dios es luz, y en El no hay, en absoluto, oscuridad”
1 Juan 1:5 “Este es el mensaje que
hemos oído de Él, y les anunciamos: Dios es luz y no hay ningunas tinieblas en
El”
Juan y los otros apóstoles fueron
testigos de que de Jesús solo emanaba la luz de Dios, y esto lo dieron a conocer, y
lo dejaron registrado en lo que escribieron. La luz de Dios es Su misericordia,
compasión, tolerancia, bondad, perdón, sabiduría, en una palabra, es el amor
abnegado que derramo Jesús en lo que hizo y dijo.
1
Juan 1:6 “Si decimos que tenemos comunión con El, pero caminamos en tinieblas,
entonces mentimos y no practicamos la verdad”
1 Juan 1:6 “Si decimos que tenemos
comunión con El, y andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad”
En
la historia de Jesús brilla la luz del Padre, y si hemos aceptado Su historia
esta reemplaza nuestra historia espiritual, entonces estamos en comunión con
El, y Su amor, esto es Su misericordia nos cubre, pero si no hemos aceptado la
historia de Jesús, todavía estamos en la oscuridad y la herencia de Adán nos
domina.
1
de Juan 1:7 “Pero si andamos en la luz, como El esta en la luz, tenemos comunión
unos con otros, y la sangre de Jesús, el Mesías, Su Hijo, nos limpia de todo
pecado”
1 de Juan 1:7 “Pero si andamos en
luz, como El esta en luz tenemos comunión unos con otros, y la sangre de
Jesucristo Su Hijo nos limpia de todo pecado”
El
que da importancia al sacrificio de Jesús en la cruz, es iluminado al
comprender que Dios lo ama con Su amor infinito, y empieza a amar a los que
tienen esta fe. Esto es estar en la luz. Simultáneamente, aprende que el
sacrificio de Jesús, esto es Su sangre, lo limpia de toda maldad.
1
de Juan 1:8 “Si decimos que no tenemos pecado, nos salimos del camino, y la
verdad no está en nosotros”
1 de Juan 1:8 “Si decimos que no
tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en
nosotros”
Recordemos
que pecado es la herencia que todo humano recibe de Adán, esta herencia termina
solo con la muerte; también pecado es la ruptura de la ley del Sinaí. Por otro
lado, los que han aceptado la historia de Jesús, en la cruz, fueron limpiados
en Su cuerpo de las rupturas a la ley, pero no de la herencia de Adán.
1
de Juan 1:9 “Él es fiel y justo, porque antes que confesemos nuestros pecados,
El remitió nuestros pecados y nos limpió de toda maldad”
1 de Juan 1:9 “Si confesamos nuestros
pecados, el es fiel y justo para perdonar nuestros y limpiarnos de toda maldad”
Este
versículo contradice la realidad de Isaías 53:6, Juan 1:29, 1 Pedro 2:24, que
afirman que el Padre descargo los pecados de la humanidad EN Jesús, antes que
alguien los haya confesado. Por otro lado, una traducción de este versículo
dice: El es fiel y justo, porque antes que confesemos nuestros pecados, el
remitió nuestros pecados y nos limpio de toda maldad”
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