El
odio que sufrió Pablo de parte de los judíos en Jerusalén y en el mundo gentil,
por ensenarles la salvación por la fe en Jesús crucificado, contrario a los que
ellos creían que llegaban a ser justos por la obediencia a la ley, le llevo a
decir que se pondría en lugar de ellos, si esto les ayudaría a vivir por fe.
Romanos 9:4 ‘Mis familiares son los
israelitas, a quienes los pertenecen: la adopción, la gloria y los pactos, a
ellos se les dio la ley, el culto y las promesas”
El
apóstol estaba sorprendido de que Israel, el pueblo que Dios formo, a partir de
Abraham, siguiendo por Isaac, Jacob y las doce tribus, recibió de Dios tantas
ventajas, para ser el modelo de los otros pueblos de la tierra; y, sin embargo,
cuando el Verbo vino a Su pueblo, este lo rechazo y lo mato en una cruz.
Romanos 9:5 “También de los
israelitas son los patriarcas, de quienes es el lado humano del Mesías, Quien
es sobre todos, Dios bendito por los siglos. Amen”
El
privilegio invalorable de los judíos es que María fue una virgen de la familia
de Jacob, escogida por Dios para ser la madre del Mesías, es decir para que
Dios se haga humano. Por esto el apóstol dice de Jesús “Dios bendito, por la
eternidad”
Romanos 9:6 “Aclaro que no ha fallado
la palabra de Dios, porque no todos los de Israel, son Israel”
Pablo
al preguntarse porque todos los israelitas no le recibieron a Jesús, hallo que
no todos los nacidos de las doce tribus son israelitas, porque en la ley hay
transgresiones que el castigo es ser cortado del pueblo. Es decir, la mayoría
no eran del pueblo, porque sus antecesores fueron contados bajo ese castigo.
Romanos 9:7 “No todos los hijos de
Abraham fueron la descendencia, sino que- en Isaac será llamada tu descendencia-”
El
apóstol se refiere a la “descendencia” de Abraham fruto de la promesa divina.
Abraham era de casi cien años y Sara estéril, cuando Dios les hizo la promesa
de Isaac. Por otro lado, el Patriarca tuvo otros hijos de otras mujeres, que no
fueron el resultado de la oferta divina.
Romanos 9:8 “O sea, no son los hijos
de la carne, los hijos de Dios, sino los hijos de la promesa son considerados
como descendientes”
Pablo
indica que hay dos genealogías, la humana y la de Dios, y estas son diferentes,
porque la genealogía humana se construye por el deseo natural, pero la divina
se fundamenta al retener en los pensamientos la promesa de Dios, es decir tener
fe en Su Palabra.
Romanos 9:9 “Porque la palabra de la
promesa fue esta: Por este tiempo vendré y Sara tendrá un hijo”
Dios
creó una progenie diferente que empezó con Abraham y Sara y que llego hasta María,
la Virgen, en la que se realizó la humanización del Verbo, para cumplir la promesa
de Dios del Descendiente de la mujer, cuando Adán y Eva pecaron. Dios pudo cumplir estas promesas por la fe de María,
Abraham y Sara.
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