martes, 8 de octubre de 2013

135. Salmo 90 b.

Apreciado lector, estas lecciones no son para que usted tenga  más  información  de las Escrituras, sino  para que llegue a tener fe.
Por lo tanto,  le recomiendo que no las lea de una vez, sino que cada día un poco, después  piense en lo que  leyó, y  complete la lectura en una semana, para  que entienda mejor las citas bíblicas; ya que la fe empieza al comprender los pasajes referentes a la  muerte de Jesús.  

Salmo 90:7-11:
“Así perecemos en Su dolor y disgusto.
Su indignación nos aterra, porque ha puesto nuestras iniquidades muy visibles en nuestro corazón, y Su presencia es la lumbrera de nuestros secretos.
Indudablemente  nuestros días declinan como resultado de nuestro orgullo, por eso nuestros años son como un suspiro.
El tiempo de nuestra vida es setenta años, o en los más vigorosos, puede ser ochenta años, pero la mayor parte de ese tiempo en arrogancia, labor, angustia, pesar; por este motivo pasa rápidamente. y desaparece.
¿Quién conoce el poder abrumador de Su indignación?”

Moisés tenía claro el drama humano, y que los hombres consiente o inconscientemente están conectados al Creador, ya que son criaturas, o sea dependen de El en todos los aspectos de sus vidas. También, el Espíritu de Dios le hizo comprender que la conducta, los pensamientos, etc.  de los hombres están lejos  de la conducta y pensamientos que puedan permitir la convivencia armoniosa, respetuosa entre ellos. Al contrario,  se ve que la envidia, el orgullo, la codicia, el engaño, el robo y la mentira marcan su camino. Por esta razón Dios el Creador, ve con dolor, y con profundo desagrado las acciones de sus criaturas.
Por otra parte,  los hombres victimas de sí mismos hacen como Adán y Eva después de la caída,  es decir  se esconden de Dios  llenos de enemistad,  desconfianza, antipatía y desprecio a todo lo pertinente a Él;  sienten miedo, y aun terror ante  la posibilidad de presentarse en la presencia del Creador.
Desde otro enfoque, la maldad,  aunque está en la mente, se mantiene escondida de la percepción humana, cubierta con la mentira. Pero Dios destruye el escondite de la maldad,  en los de la fe en Yeshua, por medio de  los 10 Mandamientos. Para Moisés era bien conocido este tema.  Además  la Presencia Divina  en la mente de los fieles es la luz que les muestra sus secretos. De este modo  los fieles  se dan cuenta de la naturaleza de sus pensamientos, intenciones y de su conducta.
Por el conocimiento del mal, tal como   Moisés,   los fieles encuentran la explicación del porque la vida de todos los mortales pasa como un suspiro, aunque vivan  setenta u ochenta  años; también ellos entienden  el  motivo por el que los días transcurren  en medio de cuitas, trabajos, pesares, orgullo. Así mismo comprenden que  Dios por misericordia ordena la muerte,  para poner fin a sus sufrimientos.     
Ningún  pensamiento, o acción humana pasa desapercibida a Dios, no obstante Su tolerancia y misericordia son  continuas, por eso  protege y derrama bendiciones sobre los buenos y  los malos. Esta es la razón por la que  Moisés afirma que todavía no hay una persona que haya experimentado la fuerza de la indignación Divina sobre el hombre  caído. Sin embargo,  siglos después apareció esa persona, fue Yeshua, quien en la cruz, sintió todo el doloroso desagrado de Dios por los pecados.

Salmo 90:12:
“Ensénenos a contar nuestros días de vida, para conocer, y traer a la mente  la sabiduría”

Moisés, después de afirmar que  la vida sin Dios y sin esperanza pasa como un soplo, razona que el mal  cubierto con la mentira, les presenta espejismos a los humanos, que les hace que hagan actividades  que solo les produce chascos y amarguras. Entonces para evitar ese mal, Moisés comprendió que debe pedir  a Dios que le ensene a utilizar con responsabilidad el tiempo, y que  le guie para   hacer   actividades que sean de beneficio para él, para su familia, y para la sociedad, y de esta manera cumpla el propósito de Dios para él.
Así  viene la sabiduría al hombre,  al emplear  bien el tiempo.

Samos 90: 13-17:
“! Vuélvase YHVH! ¿Hasta cuando…? Tenga compasión de sus siervos. En la mañana sácienos con su amor, y cantaremos y nos alegraremos todos los días de vida.
Alégrenos el mismo tiempo que nos ha afligido, o sea, el mismo número de años que hemos sufrido el mal.    
La bondad de Adonay  Elohim sea sobre nosotros: La obra de nuestras manos afirme, si, la obra de nuestras manos afirme”
 
Después de pedir al Padre que le indique como emplear el tiempo, entonces  Moisés le ruega  a Dios que le escuche con mucha atención, porque su petición es muy importante, y le suplica que se conmueva por su oración;  ya que lo que le  pide es que le llene con  su amor, para que cambie el curso natural de los días, y así la tristeza y el pesar den lugar a  cantos de alegría al Creador.
En realidad lo que Moisés pide a Dios es que derrame sobre el su misericordia, bondad, paciencia, perdón, disciplina, porque la presencia de Dios está en estas  expresiones de Su Ser.
En otras palabras,  la presencia de Dios en la vida cambia la tristeza y el dolor diario en alegría y gozo.
Dios le contesto  este ruego, y le hizo vivir a su siervo Su Presencia, en la roca. Entonces él  escribió su experiencia en Éxodo 34:5-7 “Y YHVH descendió en la nube y estuvo allí con Moisés, y exclamó el nombre YHVH.
Además   YHVH  proclamo: ¡YHVH!  ¡YHVH! Dios misericordioso, clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad, que guarda la misericordia para millares, que carga con la iniquidad, la transgresión y el pecado, pero de ningún modo justifica al culpable, y visita la maldad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.  Entonces Moisés se apresuró y se inclinó a la tierra y se postro, diciendo: Ahora sí,  he hallado gracia ante tus ojos...”
El principal  el objetivo de la salvación en Yeshua, en esta vida, es  estar  avisado  del amor de Dios, porque  la tristeza y el dolor que trae cada día se transforman en gozo y paz, expresados en canticos de alegría. Porque cada día se ve la misericordia, la paciencia, la clemencia, el perdón, la disciplina de Dios derramarse, como se ve caer  la lluvia.
En el caso de Moisés,  Dios le hizo comprender su gran amor  en el sacrificio de Yeshua, por medio de los ritos y sacrificios del templo.
Moisés añadió a su ruego, el pedido que  alegre la vida de sus siervos el mismo tiempo que les ha afligido, con  la carga de la semilla de Adan. Y efectivamente,  los días de él se volvieron alegres, porque  al  ver los sacrificios de animales inocentes, valoro el amor del Padre.
Así mismo Moisés le suplico a Dios que le cubra con su bondad para que las obras que haga diariamente,  sean firmes, y duraderas. También el Padre le concedió esta suplica, y hasta ahora, todos los días en el  mundo,  se benefician de la obra del legislador de Israel.  
Desde otro lado, se sabe que en los días de Yeshua, el himnario de la judíos eran los salmos, por esto el Maestro, siguiendo este salmo de Moisés, y los que le acompañaban en la última cena, cantaron los  salmos “Hallel”, o sea que antes de salir al huerto entonaron  uno o varios de los salmos de este grupo, ya que el grupo Hallel está compuesto por los Salmos 113-118. Los salmos 113-118  que canto Yeshua son salmos que cantan el amor de Dios por sus siervos.
También en nuestros días, el efecto de la experiencia diaria del amor de Dios, da el mismo efecto que en Yeshua, es decir que a menudo se cantan salmos e himnos al Padre; como también se leen en Colosenses 3:16 “Que la palabra del Mesías viva en nosotros en abundancia, con toda sabiduría, ensenándonos y amonestándonos los unos a los otros con salmos, e himnos, y cantico espirituales, cantando a Dios en nuestros corazones, con gratitud”

 

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