lunes, 16 de septiembre de 2013

132 Salmo 88 a


Apreciado lector, estas lecciones no son para que usted tenga  más  información  de las Escrituras, sino  para que llegue a tener fe. Por lo tanto,  le recomiendo que no las lea de una vez, sino que cada día un poco, después  piense en lo que  leyó, y  complete la lectura en una semana, para  que entienda mejor las citas bíblicas; ya que la fe empieza al comprender los pasajes de la  muerte de Jesús.  
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El Espíritu Santo inspiro a Heman, un nieto de Samuel, y descendiente de Core a escribir este poema.  David fue contemporáneo de Samuel, pero mucho más joven que el profeta, por lo tanto Herman debió haber escrito este salmo, cuando David era rey por  algunos años.
Este salmo es un poema para cantar, a fin de retenerlo en la memoria,  para  meditar en sus  predicciones.
Por otro lado, Yeshua conocía perfectamente las escrituras, por lo tanto, comprendió que este salmo le anticipaba que  su camino en esta tierra, pasaba por   morir  crucificado.
Pero mucho de lo escrito de El en los salmos, no está  en los evangelios, ni en las epístolas, por eso es posible pensar que al aplicar a Yeshua, en la cruz,  estos salmos es forzar las escrituras, pero  cuando se tiene presente sus palabras, después que resucito. Luc 24:44 “Y les dijo estas son mis palabras, las que les hable estando aun con ustedes: Que tenía que cumplirse todo lo que había sido escrito de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos.” Se despeja este obstáculo, y se  tiene una fuente para enriquecer el conocimiento de los sufrimientos del Salvador.    

Sal 88:1-3:
“YHVH Elohim, mi salvación: Te clamo de día,  y de noche  llamo Tu atención. Llegue mi oración ante tu presencia. Inclina tu oídos a mi clamor; porque mi alma esta hastiada de iniquidad, y mi vida llega al sepulcro.”

Yeshua, en la cruz, al fin de su existencia, o sea casi a las tres de la tarde del día de su muerte, elevo esta oración mental, para que el Padre le atienda. Era tal la urgencia que sentía de tener comunicación con YHVH, que su mente gritaba al cielo, porque se sentía solo y abandonado de Dios,  resultado de la carga de pecados que llevaba.
También  quiere volcar en el Padre toda la angustia y la desesperación que sentía por los efectos de la iniquidad en su persona, por esto dice: “mi alma esta hastiada de iniquidad” La palabra iniquidad es la traducción de la palabra hebrea “ra ah” esta palabra expresa lo que satanás puso en la mente de Adán cuando cayó, es decir, esa semilla mental que produce los malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, difamaciones. (Mat 15:18-19)
Yeshua, como el hijo del hombre ( literalmente el hijo de Adán),  del primer hombre,  que tuvo hijos después de haber caído,  al ser  descendiente de este Adán recibió, como todo hombre, esa semilla, así mismo  fue puesto bajo la ley, por esto dice la escritura. Gal 4:4 “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley” y  1 Juan 4:2 “En esto conoced al Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Yeshua, el Mesías ha venido en carne, viene de Dios”. Y aun,  a pesar de haber  sufrido toda tentación, fue sin pecado Heb 4:15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que ha sido tentado en todo, según nuestra semejanza, pero sin pecado”  Por este motivo, Yeshua, al fin de su vida,  asqueado de la maldad,  se  quejó a su Padre y le confeso que muere con esa carga aborrecible. 

Salmo 88:4-9
 “Ya soy contado entre los que descendieron al sepulcro. He llegado a ser un guerrero sin fuerza.
He muerto perforado.
Y recostado en el sepulcro  soy parecido a los esclavos  que han sido liberados, a pesar que  de los cuales ya no Te acuerdas, aunque  por Tu mano han sido separados.
Me has puesto en el más profundo  hoyo,  en tinieblas, como las del fondo del océano.
Sobre mi  asentaste toda Tu ira, y me ahogue en lamentos.
Me forcé  a someterme (al enemigo), para que  me sea puesta la abominación, y no la rechace, ni la obstruí, es decir, no llegue a conocerla desde lejos, desde afuera.
Mi comprensión se extinguió  por el dolor,  resultado de la aflicción.
Clame a Ti YHVH, y todo el tiempo extendí mis palmas a Ti.”

Desde el versículo 4 del salmo 88, el salmista inspirado por Dios relata la experiencia del Mesías en el  sepulcro.
Para entender que este pasaje se refiere al Mesías hay que recordar que  Yeshua es el Verbo encarnado, es decir al venir a esta tierra la Divinidad  no dejo de existir, porque Dios es eterno, sino que fue recubierta por la humanidad. También hay que tener presente,  que  en Yeshua solo funciono su humanidad, es decir venció al pecado, y cumplió la misión del Padre, solo con su humanidad sujeta al Espíritu Santo. Así mismo cuando murió, solo murió su humanidad, y con el perecieron sus pensamientos, sus angustias, afectos,  sus recuerdos, como ocurre en la muerte de todo ser humano, esto se lee en Eclesiastés 9:5,6 “Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más recompensa, porque hasta se memoria es puesta en olvido; han muerto con su amor, su odio y con su envidia, y nunca más tendrán alguna en todo lo que se hace debajo del sol.”. Sin embargo Su Divinidad, La Palabra,  la fuente de la vida, estuvo encerrada en el sepulcro, hasta que Yeshua resucito. 
Entonces, estos son los pensamientos del Verbo, cuando  estaba  en la tumba, y fueron revelados, anticipadamente, a Heman, el nieto de Samuel, y el los registro en estos versículos de salmo 88.
La Divinidad le describe al muerto como un combatiente sin vigor, también  le compara a un esclavo que ha ganado su libertad, ya que  Yeshua, en el sepulcro, ya no soporta  la carga de la semilla del mal, ni la de los pecados de la humanidad. También hace notar  la inmensa oscuridad del  sepulcro, a la vez que reconoce que Dios, el juez supremo,  juzgo a la humanidad creyente, en Yeshua.
Así mismo recuerda que  Yeshua también llevo las abominaciones humanas, ya que las acepto y no las rehusó, a pesar de la inmensa repulsión que sintió, por eso dice: no conocí la abominación desde lejos, sino que la sufrí y soporte.
Y en esa condición, la divinidad de Yeshua asegura que su humanidad  nunca hecho mano a su Divino poder, sino siempre se remitió a la ayuda y sostén del Padre.

 

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