Apreciado
lector, estas lecciones no son para que usted tenga más información
de las Escrituras, sino para que llegue a tener fe. Por lo tanto, le recomiendo que no las lea de una vez, sino
que cada día un poco, después piense en
lo que leyó, y complete la lectura en una semana, para que entienda mejor las citas bíblicas; ya que
la fe empieza al comprender los pasajes de la muerte de Jesús.
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El Espíritu Santo inspiro a Heman, un nieto de Samuel,
y descendiente de Core a escribir este poema. David fue contemporáneo de Samuel, pero mucho más
joven que el profeta, por lo tanto Herman debió haber escrito este salmo, cuando
David era rey por algunos años.
Este salmo es un poema para cantar, a fin de retenerlo
en la memoria, para meditar en sus predicciones.Por otro lado, Yeshua conocía perfectamente las escrituras, por lo tanto, comprendió que este salmo le anticipaba que su camino en esta tierra, pasaba por morir crucificado.
Pero mucho de lo escrito de El en los salmos, no está en los evangelios, ni en las epístolas, por eso es posible pensar que al aplicar a Yeshua, en la cruz, estos salmos es forzar las escrituras, pero cuando se tiene presente sus palabras, después que resucito. Luc 24:44 “Y les dijo estas son mis palabras, las que les hable estando aun con ustedes: Que tenía que cumplirse todo lo que había sido escrito de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos.” Se despeja este obstáculo, y se tiene una fuente para enriquecer el conocimiento de los sufrimientos del Salvador.
Sal 88:1-3:
“YHVH Elohim, mi salvación: Te clamo de día, y de noche
llamo Tu atención. Llegue mi oración ante tu presencia. Inclina tu oídos
a mi clamor; porque mi alma esta hastiada de iniquidad, y mi vida llega al
sepulcro.”
Yeshua, en la cruz, al fin de su existencia, o sea
casi a las tres de la tarde del día de su muerte, elevo esta oración mental,
para que el Padre le atienda. Era tal la urgencia que sentía de tener
comunicación con YHVH, que su mente gritaba al cielo, porque se sentía solo y
abandonado de Dios, resultado de la
carga de pecados que llevaba.
También quiere
volcar en el Padre toda la angustia y la desesperación que sentía por los
efectos de la iniquidad en su persona, por esto dice: “mi alma esta hastiada de
iniquidad” La palabra iniquidad es la traducción de la palabra hebrea “ra ah”
esta palabra expresa lo que satanás puso en la mente de Adán cuando cayó, es
decir, esa semilla mental que produce los malos pensamientos, homicidios,
adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, difamaciones. (Mat
15:18-19) Yeshua, como el hijo del hombre ( literalmente el hijo de Adán), del primer hombre, que tuvo hijos después de haber caído, al ser descendiente de este Adán recibió, como todo hombre, esa semilla, así mismo fue puesto bajo la ley, por esto dice la escritura. Gal 4:4 “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley” y 1 Juan 4:2 “En esto conoced al Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Yeshua, el Mesías ha venido en carne, viene de Dios”. Y aun, a pesar de haber sufrido toda tentación, fue sin pecado Heb 4:15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino Uno que ha sido tentado en todo, según nuestra semejanza, pero sin pecado” Por este motivo, Yeshua, al fin de su vida, asqueado de la maldad, se quejó a su Padre y le confeso que muere con esa carga aborrecible.
Salmo 88:4-9
“Ya soy contado
entre los que descendieron al sepulcro. He llegado a ser un guerrero sin fuerza.
He muerto perforado.
Y recostado en el sepulcro soy parecido a los esclavos que han sido liberados, a pesar que de los cuales ya no Te acuerdas, aunque por Tu mano han sido separados.
Me has puesto en el más profundo hoyo, en tinieblas, como las del fondo del océano.
Sobre mi asentaste toda Tu ira, y me ahogue en lamentos.
Me forcé a someterme (al enemigo), para que me sea puesta la abominación, y no la rechace, ni la obstruí, es decir, no llegue a conocerla desde lejos, desde afuera.
Mi comprensión se extinguió por el dolor, resultado de la aflicción.
Clame a Ti YHVH, y todo el tiempo extendí mis palmas a Ti.”
Desde el versículo 4 del salmo 88, el salmista
inspirado por Dios relata la experiencia del Mesías en el sepulcro.
Para entender que este pasaje se refiere al Mesías hay
que recordar que Yeshua es el Verbo
encarnado, es decir al venir a esta tierra la Divinidad no dejo de existir, porque Dios es eterno,
sino que fue recubierta por la humanidad. También hay que tener presente, que en
Yeshua solo funciono su humanidad, es decir venció al pecado, y cumplió la misión
del Padre, solo con su humanidad sujeta al Espíritu Santo. Así mismo cuando
murió, solo murió su humanidad, y con el perecieron sus pensamientos, sus
angustias, afectos, sus recuerdos, como
ocurre en la muerte de todo ser humano, esto se lee en Eclesiastés 9:5,6
“Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni
tienen más recompensa, porque hasta se memoria es puesta en olvido; han muerto
con su amor, su odio y con su envidia, y nunca más tendrán alguna en todo lo
que se hace debajo del sol.”. Sin embargo Su Divinidad, La Palabra, la fuente de la vida, estuvo encerrada en el
sepulcro, hasta que Yeshua resucito. Entonces, estos son los pensamientos del Verbo, cuando estaba en la tumba, y fueron revelados, anticipadamente, a Heman, el nieto de Samuel, y el los registro en estos versículos de salmo 88.
La Divinidad le describe al muerto como un combatiente sin vigor, también le compara a un esclavo que ha ganado su libertad, ya que Yeshua, en el sepulcro, ya no soporta la carga de la semilla del mal, ni la de los pecados de la humanidad. También hace notar la inmensa oscuridad del sepulcro, a la vez que reconoce que Dios, el juez supremo, juzgo a la humanidad creyente, en Yeshua.
Así mismo recuerda que Yeshua también llevo las abominaciones humanas, ya que las acepto y no las rehusó, a pesar de la inmensa repulsión que sintió, por eso dice: no conocí la abominación desde lejos, sino que la sufrí y soporte.
Y en esa condición, la divinidad de Yeshua asegura que su humanidad nunca hecho mano a su Divino poder, sino siempre se remitió a la ayuda y sostén del Padre.
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