Apreciado
lector, para obtener mas provecho de estas lecciones, le recomiendo que no las
lea de una vez, sino que cada día lea un poco, y complete la lectura en una
semana, con el único propósito de que entienda mejor los versículos citados en
este estudio.
Gálatas 3:15:
“Hermanos, por un momento les hablo siguiendo normas
humanas y les digo que una vez que un pacto has sido puesto en efecto por un hombre, nadie lo invalida, ni añade algo.”
Pablo toma el ejemplo de los contratos entre humanos,
que una vez firmados por las dos partes,
nadie puede anadir, quitar o alterar el contrato. Esto es preciso tener en
cuenta al considerar el pacto que Dios hizo con Abraham, que esta citado en Génesis 15:18 “En ese día
YHVH hizo un pacto con Abram, diciendo: A tu descendiente daré esta tierra,
desde el rio de Egipto hasta el rio grande, el rio Éufrates” En este pacto, Dios le prometió a Abram y a su descendiente: La
tierra, llamada la tierra prometida.
Aunque antes ya le había prometido un descendiente, y que en el serian benditas
todas las naciones. O sea, gracias a este pacto, nadie puede cambiar, anular, olvidar,
ni siquiera el mismo Dios, las promesas a Abram y a su descendiente.
Gálatas 3: 16-18:
“Hay que tomar en cuenta que las promesas fueron
hechas a Abram y a su descendiente, porque no dice: Y a sus descendientes, como si fueran muchos,
sino como uno: Y a tu descendiente, el cual es el Mesías.
Por un lado, el pacto ha sido ratificado por Dios para
el Mesías. Por otro lado, la ley que llego
a ser después de cuatrocientos treinta años,
no anula la promesa. Porque si la herencia proviene de la ley, ya no viene de
la promesa. Pero Dios, por medio de la promesa, le hizo un favor inmerecido a
Abraham “
Repito que entre las promesas que Dios hizo a Abram esta
también la que dice: En ti serán
benditas todas las naciones. Con estas palabras
se refiere al Espíritu del Hijo
que será dado a los de la fe de Abraham. Además, como indica la escritura,
estas promesas fueron hechas a Jesús el Mesías, y no al resto de descendientes
del patriarca, sin embargo que ellos son el pueblo elegido. O sea que todas las
promesas son de Jesús, y El las comparte con los de la fe.
Reitero que estas promesas fueron aseguradas con el
pacto que Dios hizo con Abraham, pero enfocado en Jesús el Mesías. Después el apóstol pasa a aclarar que la ley de los 10 mandamientos no tiene nada que ver con las promesas divinas, recordando que la ley fue promulgada cuatrocientos treinta años después del pacto de Dios con el patriarca. O sea dice que estas promesas estaban ya vigentes mucho antes que sea dada la ley de 10 mandamientos. En otras palabras, si hubiera alguien que guarde los 10 mandamientos perfectamente, ni este alguien tiene derecho a las promesas, por su obediencia... Por esta razón Pablo afirma que la herencia se origina en las promesas gratuitas de Dios a Abram, y de ninguna manera las promesas son el premio al que obedece los 10 mandamientos y las otras disposiciones dadas en el Sinaí.
Gálatas 3:19:
“Entonces ¿para
que la ley? Fue añadida para que sea creada la transgresión, hasta
que venga el descendiente que había sido prometido. Pero a pesar de esto, la ley fue promulgada por medio de ángeles, en
mano de un mediador. Y el mediador no es
solo para uno, y Dios es uno.”
Pablo, después de indicar que la ley no tiene
relación con las promesas a Abram,
explica la razón por la que Dios la dio en el Sinaí.; pero note que no dice
promulgada o anunciada, sino añadida, ¿pero añadida a qué? Fue añadida a las
promesas a Abram? ¡No! Sino que la ley fue añadida al pecado., aunque
en este versículo la palabra pecado no este, pero es obvio que se refiere al
pecado, al principio de Satanás que puso
en la mente de Adán cuando cayó, porque la semilla del maligno en la mente es la que
da los frutos de maldad, como enseno el Maestro. Mat 15:19 “Porque de la mente
vienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos
testimonios, difamaciones” Así que la
ley del Sinaí fue añadida al pecado para crear las trasgresiones. Le recuerdo
que la palabra transgresión es romper una ley. Y la esencia de la semilla del maligno es
precisamente romper la ley. Dicho en
otra forma, los pecados, es decir las
rupturas a los 10 mandamientos son las maneras
como el pecado (la semilla de satanás)
deja ver su existencia corruptora en la mente. Y solo con este propósito
la
ley fue añadida al pecado.
Por lo que se entiende de estos versículos, se ve que a pesar de que la ley del Sinaí tiene como
autor a Dios, es usada como un nexo que media entre el pecado, la semilla de satanás, y
todas las actividades de la mente, o sea el pecado, gracias a los 10
mandamientos, esclaviza a todas las actividades mentales; parecido a la acción de la ley civil del matrimonio,
que es un mediador entre el marido y la esposa.La tiranía del pecado sobre la mente, debida a los 10 mandamientos, existe hasta que venga a la mente la historia de la vida y la muerte de Jesús.
Gálatas 3:21:
“¿Es posible que la ley ocupe el mismo espacio de las promesas de Dios? En
ninguna manera, porque si fue dada una ley que pudiera dar vida, entonces,
verdaderamente, la justicia viene de la
ley”
Con estas palabras el apóstol muestra que la ley de los 10 mandamientos no
son aparte de las promesas a Abram, por
esto, y por un lado, una de las promesa es la del descendiente, que es para que los fieles tengan vida, porque
el descendiente prometido es el Mesías, por este motivo Jesús dijo: “ El que come mi
carne y bebe mi sangre , tiene vida eterna , y Yo le resucitare en el día postrero” Juan 6:54. Así mismo la promesa: que en ti serán
benditas todas las naciones de la tierra, se refiere a la dadiva del Espíritu,
y el Espíritu viene para vivir la vida de justicia y amor. Juan
6:63 “El Espíritu es el que da la vida…las palabras que he hablado son Espíritu
y son vida” Por otro lado,
como la ley de los 10 mandamientos no fue dada para traer la justicia de
Dios, no puede ser fuente de vida, al contrario, los 10 mandamientos fueron
dados para ser la base de acción del pecado, y por esto son llamados: la ley
del pecado y de la muerte. Romanos 8:2,
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