lunes, 22 de mayo de 2017

254. El evangelio del Amor.

Efesios 2:12 “También, en aquel tiempo vivían sin el Mesías, alienados de la comunidad de Israel, y extraños de los pactos prometidos, no teniendo esperanza, tampoco Dios en el mundo”

Efesios 2:12 “En aquel tiempo estabais sin Cristo alejados de la ciudadanía de Israel, ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza sin Dios en el mundo”
La persona que no presta atención a la historia de Jesús, no importa cuán piadoso, o fiel a una religión sea, vive bajo el poder de su temperamento y de sus pasiones, así mismo, lejos del pueblo de Israel, o sea, sin esperanza de recibir las promesas futuras, y lo más grave, Dios no lo ha cobijado con Su gracia.

Efesios 2:13 “Pero ahora, en Cristo Jesús, ustedes que antes estaban lejos han sido acercados en la sangre del Mesías”
Efesios 2:13 “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo”

Nosotros los gentiles, los que aceptamos la historia de Jesús somos parte de Israel gracias a la muerte de Jesús, porque en El fuimos crucificados al pecado y muertos a la ley. Y desde entonces El judío Jesús es cabeza de los creyentes, que son su cuerpo, no solo gentiles, sino también de los judíos que acepten Su historia.

Efesios 2:14 “Porque El mismo es nuestra paz, El que hizo de ambos distintos, destruyendo la pared divisoria”
Efesios 2:14 “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación”

Jesús es la paz entre los creyentes, sean gentiles o judíos. La palabra paz en hebreo tiene la connotación de unión. Entonces gracias a que Jesús, en sí mismo, destruyo la barrera que separaba a los creyentes judíos y gentiles, unos y otros pueden vivir en comunión, porque al retener Su historia están unidos a Él.  

Efesios 2:15 “Ya que hizo sin uso la hostilidad en Su carne a la ley de los mandamientos, expresándose en decretos, a fin de que, de los dos, hacer en El mismo el nuevo hombre, haciendo la paz”
Efesios 2:15” aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz”

La ley fue para separar a Israel de los gentiles, y desde entonces los gentiles fueron despreciados por los judíos, y estos odiados por los gentiles; esto ocurrió porque la ley activa al pecado. Gracias a la ley, el israelita podía saber que es cautivo del pecado. Pero, Jesús murió inmaculado y mato en su cuerpo a la ley, a todo creyente, judío, o gentil, e hizo la paz.
Efesios 2:16 “Y para reconciliar con Dios en  un cuerpo a los dos opuestos,  por medio de la cruz, matando en ella la enemistad”
Efesios 2:16 “y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enmistades”

Jesús crucificado llevo y lavo en su cuerpo los pecados de la humanidad, además, al morir mato, en su cuerpo, a la ley a los creyentes gentiles y judíos. Por estas razones, los creyentes ven a Dios como su Padre, sostén y fortaleza, y se reconocen hermanos entre sí, porque son hijos del mismo Padre.
Efesios 2:17 “Y vino y anuncio la paz a ustedes los que estaban lejos, y a los que estaban cerca”
Efesios 2:17 “Y vino y anuncio las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca”

Todos están lejos de Dios, porque el pecado de Adán separo de Dios al hombre. Adán peco porque no acepto la palabra de Dios, que le ordeno no comer del árbol del bien y del mal, o sea el pecado original fue contra la fe. Jesús venció el pecado porque vivió por fe, y anuncio la paz; o sea, acabo la separación del hombre de Dios.

Efesios 2:18 “Porque por medio de El ambos tenemos admisión al Padre, en un Espíritu”
Efesios 2:18 Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”
Hay que comprender que la raíz de todos los pecados y males de la humanidad es la separación de Dios. Nacemos separados de Dios por el pecado de Adán, por esta razón rompemos la ley de Dios. Entonces, la salvación es recibir el Espíritu Divino y así ser unidos a Dios, gracias a que Jesús venció al pecado en la cruz.

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